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Visiones de trasgos

No es rojo todo lo que reluce

Worm Lemon by Worm Lemon
septiembre 5, 2020
in Música
20 min read

Cualquier hijo de vecino que no haya estado recluido en los últimos años en la caverna más recóndita de los montes Kuen Lun, sabrá que China ha incrementado su interés y presión sobre el peculiar territorio de Hong Kong. Los habitantes de la antigua colonia británica se pasaron gran parte de la segunda mitad del año pasado protestando contra la que entonces era el proyecto de la ley de extradición. Si bien es cierto que lograron tumbarla, no fue así con su sucesora y parcheado chino, la ley de seguridad ciudadana. Ley que, por cierto, ha sido aprobada el pasado 1 de julio. Las protestas por ambas leyes han removido la conciencia colectiva local y con ello la escena musical hongkonesa, de la cual pondré varios ejemplos. Sé que a más de una persona quizás la realidad de este pueblo le pilla un poco de lejos, pero no os preocupéis; Capitán Contexto ha llegado en vuestra ayuda. 

La historia de Hong Kong, a grosso modo, es una historia de cesión. Tras la Primera Guerra del Opio (1839-1842), la región es cedida a Gran Bretaña. A ella se anexionaron los territorios de la península de Kowloon y las islas Stone Cutters en la Segunda Guerra (1856-1860). Tal figura de cesión se transformó en arrendamiento a partir del 1 de julio de 1898. Gozando de un régimen de libertades especialmente remarcable respecto al gigante asiático, la pequeña región cantonesa se convirtió en refugio político para los chinos exiliados, así como de aquellos que huían de la invasión japonesa en 1937 o de los perdedores de la guerra civil en 1949. Además, durante décadas fue el representante principal de los ideales políticas del bloque capitalista durante la Guerra Fría, en la que predominaba la propaganda anti-comunista y por ende el rechazo a China.

Hong Kong fue, durante mucho tiempo, un pequeño reducto de la política más puramente occidental en asia. Para desgracia de cierto sector de la población, tal situación tenía fecha de caducidad. Así pues, en 1982 el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda de Norte y la República Popular de China iniciaron las conversaciones sobre el futuro de la estratégica región. Esto se tradujo en la repartición del territorio en cuanto a competencias; China pasaría a ser la encargada de gestionar la política exterior y de la defensa, absteniéndose de aplicar el sistema socialista de la economía durante cincuenta años desde 1997, año en el que expiraría el arrendamiento. Este pacto se conoció como “un país, dos sistemas”. Sin lugar a dudas, todo apuntaba a una transición de manos progresiva y pacífica. Y así fue hasta 1989. Ante la masacre de las protestas de la plaza Tiananmen en Pekín, donde se estima que fueron asesinadas decenas de personas, la potencia europea se negó rotundamente a renegociar el acuerdo.

«You shall not pass!»

De hecho, la masacre de Tiananmen, junto con los efectos producidos por la Política de Puertas Abiertas instaurada en 1978 por Deng Xiaoping, entonces líder supremo, fueron el punto de salida para lo que se conoce como música protesta. Las influencias de la música contracultural de Europa y América no tardarían a hacerse palpables entre los sectores más intelectuales y las asociaciones estudiantiles, haciéndose cada vez más populares las canciones de mensaje político. Aunque el gobierno chino hizo todo lo posible para censurar la difusión de tales mensajes para que estos no removiesen conciencias en territorios cercanos, fue en vano. Hasta aquel entonces, la escena musical de Hong Kong había desarrollado un estilo propio, el cantopop, muy en la línea del incipiente j-pop. No había un especial interés por parte de los artistas locales por los temas políticos, hecho que cambió con las revueltas estudiantiles del 89 en Pekín. El 29 de mayo de ese mismo año se organizó un concierto de doce horas a favor de la democracia en China, para recaudar fondos a favor de los manifestantes. Tal ocasión fue aprovechada por el artista Lowell Lo para componer el tema de rock All for freedom, en el que aboga por el diálogo entre las autoridades comunistas y los universitarios. Más no se detuvo ahí, publicando el álbum 1989, del cual varias canciones fueron censuradas por las radios hongkonesas a fin de evitar molestar al Partido Comunista. Tal censura auto-impuesta se extendió a todo trabajo que tuviese un mínimo de mensaje político, aceptando casi exclusivamente temáticas relacionadas con el amor y los sentimientos románticos, temas muy propios del cantopop.

Mucho más directa fue la propuesta del grupo Tat Ming Pair, cuyo tema Ten Firefighter Teenagers es una crítica directa al pueblo hongkonés y su escaso interés en política. O en relación a las crecientes tensiones entre China y el Reino Unido, mencionar el tema Talking (no he podido encontrar ningún enlace, aunque si controlas de chino a lo mejor está en su Spotify)

Tras diversas fricciones entre ambos países gestores durante la década de los noventa, la elaboración de textos legales en la región con crecientes y pequeñas intervenciones por parte de China y reformas de carácter democrático-liberal en los últimos años por los gobernantes ingleses, Hong Kong fue, finalmente, declarada, en 1997, Región Administrativa Especial dentro del territorio chino. Entre otras diferencias, tal título otorgó al territorio de su propio estatuto de autonomía, llamada Ley Básica, en la que se reconocen derechos como la libertad de expresión, de reunión, asociación y manifestación, recogidos en el artículo 35. La transición de manos entre las potencias vino acompañada por una incentivación de los productos culturales relacionados con el patriotismo, el nacionalismo chino y la alegría de volver a incorporarse a la madre patria. Un ejemplo de esto es la inclusión de canciones populares chinas en programas de radio y karaoke, como fue en el “Hong Kong 97 Spectacular”.

Aun habiendo vuelto a su área de influencia directa, China nunca ha visto con buenos ojos el régimen tan especial. En particular, en la última década, ha acrecentado su intervencionismo en la zona, hecho que queda palpable en el peculiar sistema electoral. El Jefe Ejecutivo es votado por un Comité Electoral de 1200 personas, de las cuales solo 35 son elegidas directamente por el pueblo, siendo las demás pertenecientes a empresas de diversos sectores, sindicatos o personalidades religiosas. El gobierno de China tiene una enorme influencia en el tejido empresarial de Hong Kong, puesto que gran parte del mismo depende del mercado del gigante asiático. Además, el candidato que cuenta con el apoyo de Partido Comunista Chino acostumbra a ser el ganador. Sumado a ello, se recoge como criterio indispensable que los candidatos a jefe ejecutivo de la región deben de “amar a China y amar a Hong Kong”. Son términos muy propios del ordenamiento jurídico chino y que usualmente han sido utilizados para capar cualquier intento problemático de secesión o crítica al sistema.

En 2007, el Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional (aka. Asamblea Popular de China) abrió la posibilidad de establecer un régimen electoral más democrático e igualitario mediante la instauración del sufragio universal. Para ello habrían de estar de acuerdo tanto el gobierno de Pekín, como el Jefe Ejecutivo y el Consejo Legislativo de Hong Kong. Siete años más tarde, China sacó adelante un decreto por el cual aceptada el sufragio, siempre y cuando: se conformase un comité nominador de los candidatos análogo al Comité Electoral vigente y siendo tales candidatos un máximo de tres. Entre ellos sería escogido uno por sufragio universal para el cargo de Jefe Ejecutivo. A ojos del pueblo hongkonés, no era sino una perpetuación del anterior sistema, camuflado de una falsa democracia. Por ello, en los últimos meses de ese mismo año, los antiguos habitantes coloniales se hicieron con las calles, en lo fue denominado como la Revolución de los Paraguas. El nombre fue acuñado por la prensa internacional ante la peculiar forma de defensa contra los gases lacrimógenos y mangueras de la policía; los paraguas. Fueron protestas mayormente de carácter pacífico y organizadas por el movimiento estudiantil Scholarism y la organización Occupy Central.

Una vez más, la historia se repetía, más en las carnes de los que hasta entonces habían sido en cierta medida ajenos a los excesos que se cometían cerca de sus hogares. Las revueltas colectivas fueron de tal inspiración que no solo dieron lugar a un aumento de temas protesta en la música, sino también a auténticos himnos a la esperanza y al apoyo mutuo entre compatriotas. Tal es el caso de Raise the Umbrella, compuesta por Lo-Hiu Pan o Boundless Oceans Vast Skies, tema de 1993 por el grupo de rock Beyond que cobró una tremenda popularidad.

Una de las caras más visibles de la escena musical de Hong Kong en relación con las primeras manifestaciones a favor de la democracia es la cantante pop Denise Ho. Denise había sido especialmente relevante en la época de los 2000, incluso en la China continental. Durante las protestas de 2014, Denise ofreció conciertos gratuitos y se consolidó como una de las celebridades locales a favor de las protestas más destacables. También se granjeó la pérdida de contactos de diversas empresas que temían la pérdida de sus negocios en el gigante asiático al colaborar con una opositora al sistema. Ejemplo próximo es el del cantante Anthony Wong-Yiu, quien se acabó involucrando aun más de que lo que ya lo había hecho en el pasado con su grupo Tat Ming Pair. De hecho, resultó siendo de los artistas cantoneses reconocidos más críticos e implacables. Tal es la influencia del mismo, que el gobierno de China obligó a Tencent Music, el Spotify chino, a quitar de su aplicación al grupo y con ello, rompiendo, en gran medida, toda relación posible entre los artistas y los fans, al igual que con los promotores, ante posibles amenazas mayores.

El metal extremo no se quedó atrás, teniendo a Eschatoric como el principal representante al respecto. Su tema 928 deja clara la posición de la banda a favor de las protestas, con un mensaje que, en voz de la vocalista, apela a la humanidad entera a unirse contra la tiranía.

Por desgracia, las reivindicaciones no lograron llegar a ningún puerto, cancelándose toda negociación con el gobierno regional y por ende con China. Al año siguiente el Consejo Legislativo tumbó la aparente reforma del sistema electoral, a la espera de una nueva oportunidad y quedando latente la servidumbre del poder ejecutivo cantonés al gobierno chino. Algo en lo que ha sido especialmente crítica la banda de metalcore Dagger. Ya desde su debut en el 2017, han señalado, no sólo la realidad de la subyugación a China, sino también los problemas estructurales y de desigualdad social que arrastra el territorio desde hace unos años. Aunando ambos elementos es obligatorio mencionar el tema Posion. Ya de paso, recomendación del tema WTF del grupo de hip-hop LMF (Lazy Mutha Fucka), donde hacen especial incidencia de los poco que importa la clase baja al gobierno y la alta estima que tiene a los empresarios.

Cuatro años más tarde, en 2018, un crimen marcaría aun más el futuro de Hong Kong. Un hombre hongkonés mataba a su pareja embarazada durante un viaje a Taiwán, huyendo posteriormente a su región natal, donde confesó tal delito. La policía taiwanesa requirió la extradición del sujeto, más negándose el gobierno de este, puesto que no existía ningún texto legal que le obligase a colaborar con su país en la persecución de crímenes. La solución no tardó en gestarse y se tradujo en la denominada “Current Fugitive Ordinance & Mutual Legal Asssitance in Criminal Matter Ordinance” o en cristiano, ley de extradición. Mediante ella, los tribunales de Hong Kong, podrían tramitar las solicitudes de jurisdicción con países con los que no hubiese acuerdos previos, examinando cada caso individualmente y pudiendo vetar la solicitud de extradición si así lo estimasen, más teniendo siempre la última palabra la Jefatura Ejecutiva. En caso de aceptar la solicitud, se podrían añadir potestativamente el cumplimiento de ciertas garantías en función de cada caso. Garantías que, por cierto, son de obligado cumplimiento en gran parte de los ordenamientos jurídicos occidentales, como son el respeto de los derechos humanos, la presunción de inocencia o el derecho a tener representación legal.

Un primer problema, por ello, es la necesidad de establecer preceptos preceptivos sobre las garantías legales básicas. En segundo término, el procedimiento muestra una ausencia total de separación de poderes. El poder ejecutivo tiene la decisión de si conceder la extradición o no, tratándose de lo que, a todas luces, es una intromisión en la potestad judicial. Derivado de ello y de forma más grave incluso, resultaba el artículo 24 de la ley, por el cual la Jefatura Ejecutiva de Hong Kong habría de cumplir con las instrucciones del gobierno central de China respecto a los casos de extradición. Por ende, de poco serviría el examen del caso por parte del juez y la intencionalidad de negar/aceptar la solicitud por parte de la Jefatura Ejecutiva si China decidiese lo contrario. El país socialista lleva un gran historial de casos de tortura, juicios sin garantías y detenciones arbitrarias, especialmente en lo referente a la libertad de expresión. Con ello, tanto Taiwán (que no es reconocido por China como estado independiente) como el pueblo hongkonés se negaron en rotundo al respecto de dar ese trato de favor. A todas luces, incluir la intromisión de China de forma tan expresa en la ley, se parecía más bien a una decisión puramente política, influenciado por el gobierno de la misma, que una solución a un problema legal concreto.

Tal fue el rechazo desde su presentación en febrero, que el mismo no tardó en materializarse en diversas protestas, que alcanzaron su carácter multitudinario en junio. Si bien la intensidad y masificación de las mismas consiguieron presionar lo suficiente al gobierno para declarar el aplazamiento del proyecto legal, no resultó suficiente para el pueblo. El 16 de junio de 2019, se convocó una de las mayores manifestaciones de la historia de la antigua colonia. Ya no sólo se exigía la previa reivindicación de retirar dicho plan de ley, sino la dimisión de la Jefa Ejecutiva, por su denostada vinculación al gobierno chino. Poco después salía de la cárcel el activista estudiantil Joshua Wong, encarcelado por su especial protagonismo en las protestas en la Revolución de los Paraguas y quien había sido uno de los líderes principales de desaparecido Scholarism, lo cual no hizo sino una provocar que se sumase a la lista de peticiones la liberación de los detenidos durante las protestas. Cuarenta días después del inicio de las mismas, Parallel Horizons, haciendo uso de su característicos metalcore progresivo, sacó su single Octophobia. Las referencias bíblicas en la son eran un guiño, precisamente, al tiempo de enfrentamiento que ya llevaba por aquel entonces la región contra la ley.

Así fue la situación agravándose durante el resto del verano y comienzos del otoño, con habituales enfrentamientos con la policía, que en no pocas ocasiones se tradujo en una auténtica brutalidad por parte de las fuerzas del orden. Basta con ver videoclips como el de la banda de deathcore Human Betrayer para su canción Dark Age para percibir la gravedad del abuso policial.

Para entender aun mejor la magnitud de las protestas, sirve de ejemplo la fecha del 5 de agosto, en la que  Hong Kong vivió su primera huelga general desde los años sesenta o que en varias de las convocatorias a lo largo de los meses se alcanzó el millón de personas marchando en manifestación, como fueron el 9 o el 15 de junio. Tal voluntad popular tan generalizada (téngase en cuenta que en la región viven unas siete millones de personas) y durante tanto tiempo solo dio una vía posible a las autoridades: la retirada de la ley de extradición en septiembre. Sin embargo, ello no logró remitir la situación de violencia que se había apoderado de las vías públicas, sino que se prolongaría hasta entrado el 2020. Tales constantes contiendas entre manifestantes y policía han sido un reflejo de la constante limitación del derecho de reunión y especial control por parte de las autoridades.

Al igual que hace un aproximadamente un lustro, los canciones más cercanas al formato himno fueron las más acuñadas por la gente que salía a la calle pancarta en una mano y máscara anti-gas en la otra. Canciones como Glory to Hong Kong, por Thomas dgx yhl (pseudónimo) o March of the Indomitable se hicieron eco a lo largo del pequeño territorio.

Por otro lado, músicos comprometidos con el sentir más político de la sociedad volvían a dar rienda suelta a su rabia sonora. Así pues, Dagger, una vez más saltó a la palestra con su EP In Greivance, en el que colabora el grupo de post-hardcore tailandés Ugoslabier. Más concretamente, es el tema Yellow Helmets el que es una clara muestra de apoyo al pueblo subversivo. El título hace referencia al uso de cascos de obra como sustituto a los paraguas en los enfrentamientos con la policía. También en el mundo del metalcore, en su vertiente más progresiva, es remarcable el videoclip de la canción Asura, por Vanity Alive.

Lo mismo ocurrió con LMF, quienes habían estado durante años en un poco al margen de la escena. Volvieron a hacer su aparición estelar con su tema Dos Cero Nueve, siendo aun más críticos con el gobierno que aquel WTF del 2003.          

El thrash metal siempre ha estado próximo a los problemas sociales, quizás casi tanto como el punk. Como representante por excelencia del subgénero del metal rey en los ochenta, se encuentra CharmCharmChu, cuyo tema Presurized to revolt es un compendio de las diversas exigencias de los manifestantes. Además se hace eco de los abusos cometidos por la policía a los detenidos en el centro de San Uk Ling. A su vez, los thashers protagonizaron un concierto para recaudar fondos para los activistas detenidos. Bajo el lema “Give me democracy or give me death”, reunieron a bandas de renombre como Cadaver (los hongkoneses, no los noruegos) o Sinergy.

Para el gobierno de Wang Yi, las protestas y disturbios han sido claros actos terroristas, en los que influyen en gran medida las fuerzas extranjeras (curioso discurso, ¿a quién se lo habré escuchado antes?). No hubo que esperar demasiado para que se presentase una suerte de parcheado de la situación al más estilo de la vieja escuela asiática; la Ley de Seguridad Ciudadana. En cuestión de apenas una semana y media, el 30 de junio de este mismo año el Parlamento chino aprobó la norma. Como no podía ser de otro modo en tal tradición jurídica, la ley está escrita en términos muy generales. Tal es así que prácticamente cualquier acto de protesta puede entrar dentro de los genéricos tipos delictivos recogidos. Entre los más de sesenta artículos, son remarcables los apartados segundo y cuarto del artículo 1, donde se recogen los fines perseguidos del texto: <<salvaguardar la seguridad nacional>> y <<prevenir, suprimir y castigar las ofensas de secesión, subversión, organización y perpetración de actividades terroristas y pactos con un país extranjero>>. El único matiz al respecto en el artículo 4, donde se dice que: <<los derechos humanos serán respetados y protegidos>> concretando los mismos posteriormente en <<derechos de libertad de expresión, de publicación, de asociación, de asamblea y de manifestación>>. Los límites parecen de sentido común, dada la situación especial de Hong Kong, ahora bien, ¿qué se entiende por ofensa en concreto para esta ley?

Resulta bastante ilustrativo el análisis de Amnistía Internacional sobre cómo se ejemplifica usualmente estas medidas en territorio chino. En una primera instancia, la organización señala que, en especial, el concepto de “subversión” ha sido el arma más esgrimida por la administración de justicia china para encerrar a cualquier crítico al sistema. Lejos del perfil extremista que intenta llevar un acto terrorista contra el Parlamento, la predominancia de los subversivos es de corte intelectual, entre los que se encuentran periodistas, profesionales del derecho, artistas y activistas. Tal costumbre de persecución de críticos no ha tardado en reflejarse en la pequeña región cantonesa, con detenciones como la de las activistas Su Changlan, Yu Wensheng, Wang Mo, Xie Wenfrei, Zhang Shengyu y Sun Feng. De este modo, la medida ha sido especialmente intimidatoria para las organizaciones activistas, disolviéndose la afamada Demosisto (a la que pertenecía en ese momento el carismático Joshua Wong) así como otros siete grupos políticamente activos. No pudiendo ser de otro modo, también ha visto su reflejo análogo en diversas medidas adoptadas por el gobierno hongkonés a lo largo de este verano. Entre ellas son remarcables la prohibición de eslóganes de protesta como “光復香港 時代革命” (Liberad Hong Kong, la revolución de nuestra época) o el deber de no involucrar al estudiantado en política. Si bien esta segunda cuestión guarda cierto sentido al querer crear un ambiente de imparcialidad en el ámbito académico y de evitar el adoctrinamiento, en la consideración de este deber se incluía cualquier canción de mensaje político, lo cual abarca desde La Internacional hasta el mencionado Glory to Hong Kong. Añadir a su vez que el gobierno insta por una visión poco realista de la juventud menor de edad. Pedir que no se involucren en revueltas sociales cuando sí lo hace todo su entorno cercano y gran parte de la ciudadanía de la región es pedir imposibles.

Tal y como se ha citado, China relaciona directamente las protestas con intervención extranjera. Incluso, asociaciones como Qiao Collective van más allá. Denuncian que las protestas son una demostración de <<anti-comunismo, fetichización del liberalismo, nostalgia por el colonialismo británico, racismo respecto a china y apelación a la intervención occidental>>. En términos análogos a la concepción occidental de la  política, la misma asociación ha señalado tales revueltas de de corte ultraderechista. De hecho, ha sido bastante común el uso de banderas del Reino Unido y de Estados Unidos, así como carteles de llamada de atención a Trump sobre la situación de la región. Esto último viene a correlación por la firma de dicho político de la «Hong Kong Human Rights and Democracy Act of 2019», una suerte de texto por el que la potencia capitalista se compromete a garantizar el acuerdo chino-británico, así como el respeto a los derechos humanos así como los principios democráticos en territorio cantonés.

Al igual que se ha granjeado enemigos, el movimiento pro-democrático también se ha ganando ciertos aliados, además del caso estadounidense. Las protestas en Hong Kong han sido seguidas de cerca por todo el mundo y en especial por los países de su entorno cercano. El ejemplo más claro es Taiwán, donde grupos como Chtonic, de black metal sinfónico, han puesto en marcha campañas de venta de merch para sufragar las protestas. Cabe señalar que Freddy Lim, frontman de la agrupación, es fundador y parlamentario por el Partido Nuevo Poder, además de haber sido presidente de Amnistía Internacional en Taiwán.

Fire Ex, de los grupos de pop punk más importantes en Taiwán, también ha querido aportar su granito de arena con la canción City of Sadness, en la que hace un cántico a la juventud hongkonesa que tanto ha resistido durante meses a la policía. Ejemplo semejante es el de Galaxy Destruction Inc, grupo de death metal melódico cuyo tema Insurrection es una clara apelación a la resistencia ciudadana en pro de la libertad. O también The Chairman, cuya balada rock es de las muestras de solidaridad más sentidas con los demócratas cantoneses.

Esperemos que la lucha de Hong Kong no sea abandonada por la comunidad internacional y mucho menos olvidada por lograr una autonomía que, a todas luces, China no está dispuesta a permitir. Por siempre, gloria para Hong Kong ;D

Para ampliar sobre:

-La música política en las relaciones Hong Kong-China: The Political Meaning of Hong Kong Popular Music: A Review of Sociopolitical Relations between Hong Kong and the People’s Republic of China Since the 1980s, por Ho, W.C.

-La democracia en Hong Kong: La búsqueda de la democracia en Hong Kong: ¿un caso de Realpolitik o un conflicto de Doctrina Constitucional, por Cha, P.C.H. y Ponce de León Solís, V.

-Himnos durante la Revolución de los Paraguas: https://norient-beta.com/stories/umbrella-hong-kong

-La ley de extradición: The Controversy of the Amendment of Anti-Extradition in Hong Kong-Threat to the people of Hong Kong, por Chen, Y.H.

IMAGEN DE PORTADA: Manifestantes ondean la bandera de la bauhinia negra durante la manifestación del 29 de septiembre de 2019 (Foto por Kin Cheung)

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